Todos erramos alguna vez. Todos fracasamos para con nosotros en algún tramo de nuestro trayecto. Hundimos el pie hasta el fondo del lodazal y tememos. Pero no tememos por el hecho de vernos atrapados en la trampa. El sufrimiento reside en si pedir auxilio a gritos, con el riesgo de que todos te oigan y puedan conocer tu tropiezo, o si callar y hacer que el silencio nos consuma y termine por hundirnos y ahogarnos por completo. Pero los errores sólo uno mismo es capaz de superarlos. Los consejos son susurros lejanos de nuestro consuelo. El apoyo es sólo un bastón que nuestra desesperación trata de hallar. Los únicos que podemos salir hacia delante somos nosotros mismos, nadie va a aprender en nuestro lugar. El sufrimiento huye cuando la comprensión se asienta, nuestro pilar más resistente son nuestras propias piernas al seguir caminando paso firme tras paso firme con la convicción de sabernos más fuertes.
El mayor de los expertos es aquel que ha podido experimentar todos los errores posibles. Caer no significa estar vencido. Estar vencido es no poder levantarse cuando ocurre.
A rain within
Hay un ánima exigua que se proyecta alrededor de mi índice. Un halo conformado por recuerdos que clama su anterior presencia. Hay un sentimiento vacío que se diluye entre mis dedos, recorre mi espina dorsal y me atraviesa sin compasión para regresar al interior de la morada que lo vio nacer. Hay una lágrima con nombre que llora al encontrarse anónima y perdida en este día de lluvia. Hay un adiós que no he pedido torturándome en mi mente. Hay mil cosas que todavía te quiero decir. Hay imágenes infinitas que el ocaso no conoce que me recuerdan a cada segundo que tú estabas ahí.
Estabas.
Qué patético yo por pensar que por robarte de mis memorias podré tenerte de nuevo junto a mí.
Estabas.
Qué patético yo por pensar que por robarte de mis memorias podré tenerte de nuevo junto a mí.
