After the grills

| sábado, 16 de febrero de 2013 | |
Ver para creer y querer creer para ver aquello que anhelamos. Ilusiones fugaces, retazos de una vida que parece haber nacido del sueño de una noche o del pensamiento suspendido al que condena la soledad. Entre cuatro paredes no se puede discernir calor, el frío abraza y ata con cadenas de hielo. Tan sólo una ventana muestra recelosa un fragmento del mundo exterior donde lo único a considerar real es su bóveda celeste que viste de gala en hora tardía.

Y entre horas que pasan y me observan riendo sin compasión, me pregunto: ¿Qué he hecho para merecer esto? ¿Cuándo he deseado confinarme en esta jaula de barrotes de cemento que me roban la poca vida que a duras penas trato de conservar? Escondo mi sonrisa como mi último tesoro más preciado, enterrada bien hondo cerca de mi corazón donde nadie salvo yo pueda encontrarla. Y si me voy, ella vendrá conmigo. No será para nadie más.

Si por desear lo mejor ha sido lo peor lo que he obtenido por respuesta, no sé qué pensar. Quizá la vida no sea tan puta. Quizá sea yo la puta a la que la vida jode pagándole con ironía tras sentirse satisfecha con su trabajo.

0 comentarios:

Publicar un comentario