Every breath

| domingo, 24 de febrero de 2013 | |
La sombra persigue y acosa. El reflejo de la oscuridad cuyo nombre se funde con lo lúgubre acecha tras cada esquina, tras cada recodo y bebe de cada inspiración que intenta perderse entre la bruma del miedo. Cada paso pesa y pasa tratando de huir de los segundos que lo condenan a ser alcanzado por el eco del infinito.

Respirar duele. Hay un imán bajo el suelo que dificulta el movimiento.

La presencia es perenne y aguarda paciente. Su mirada se clava en la nuca como un puñal de hielo que penetra a través de piel, huesos y alma. Y el daño no reside en saber acerca de la cicatriz abierta, sino en que la hoja permanece aún ahí, ahondando y seccionando sin piedad pretendiendo arribar al corazón causante de toda esta función, obra incompleta incapaz de bajar el telón. Porque es un puñal forjado en la fragua de la culpa.


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